Mujeres Compositoras: Hildegarda Von Bingen

Vamos a dedicar un capítulo completo de nuestra saga acerca de las mujeres compositoras a Hildegarda von Bingen. No es para menos, pues Hildegarda fue una figura clave en la cultura del medioevo, algo así como la "Leonardo Da Vinci" de la Edad Media, salvando las lógicas distancias, ya que además de compositora, Hildegarda consagró sus obras a otras variadas disciplinas, como la filosofía, la botánica o la medicina. Nacida en una familia perteneciente a la nobleza, era hija de Hildeberto y Mathilda, y nació en 1.098 en Böckelheim, Alemania. Desde muy pequeña, su precaria salud fue un tormento para ella, y particularmente los ojos eran su punto más débil. Sus padres, que tampoco dedicaron mucho esfuerzo en educarla, decidieron consagrar su vida a Dios, y dispusieron que quedara bajo el cuidado de Jutta, una monja de clausura que vivía en el monasterio de Disibodenberg. En el convento, y debido a que casi siempre estaba enferma, Hildegarda no recibió de niña mucha instrucción. Aprendió a leer lo suficiente para cantar psalmos para las misas, aunque nunca aprendió a escribir. Después ingresó en la orden benedictina, falleció Jutta, y en 1.136 Hildegarda fue nombrada madre superiora del monasterio. Indudablemente tenía talento para dirigirlo, ya que al poco tiempo, tal era la acumulación de religiosas en las estancias que tuvo que trasladarse, con el resto de la congregación, a unos 20 kilómetros, a la localidad de Rupertsberg, en el margen izquierdo del rio Rin. Corría el año 1.148, más o menos.

La vida de Hildegarda transcurrió entre sucesos extraordinarios, como fueron sus visiones. Ella misma nos dice que "a partir de mi decimoquinto cumpleaños, comencé a ver cosas. Sucesos que sentía como experimentados en el presento, pero que presentía que ocurrirían en el futuro. Aturdida y sorprendida, preguntaba a las demás si ellas también tenían estas visiones y siempre respondían que no, y sentía un gran miedo" A los cuarenta años, Hildegarda parece tener una revelación por la que Dios le ordena dar a conocer a todo el mundo el contenido de sus visiones. Al principio dudaba, temerosa de lo que pudiera opinar la gente, pero la voz interna - que ella achacaba a la intervención divina - era insistente, y al final aceptó. Se ordenó a un monje que transcribiera las visiones de Hildegarda, y estos escritos llegaron a manos de Albero de Chiny,  obispo de Verdún. que investigó el caso y finalmente dio por válidas las visiones. Es fácil imaginar que a partir de aquel momento Hildegarda adquirió una gran notoriedad. De todas partes de Alemania venía gente peregrinando para escuchar a la visionaria. Y esta condición llevó a Hildegarda a viajar mucho entre monasterios y abadías, convirtiéndose, por tanto, en una figura fundamental en su tiempo. Era tal su influencia que fue la única mujer a la que se permitió predicar al clero y al pueblo en las iglesias y abadías, y mantuvo correspondencia con las figuras más importantes de la Iglesia y la política de su tiempo.


Hildegarda von Bingen - Varias obras


Hildegarda tuvo, además, un extraordinario talento para la composición musical. Y debido a sus características personales, fue una de las artistas más renovadoras en la música medieval de aquel tiempo. Por ejemplo, y dado que ella escribió gran número de obras para ser interpretadas en las misas y, por tanto, sólo para voces femeninas, incorporó notaciones con una tesitura más amplia, añadiendo componentes más emotivos o dramáticos en sus obras. Como no recibió una sólida formación musical, Hildegarda se las ingenió para improvisar nuevas técnicas que enriquecieron su expresión. Además, su obsesión por supervisar los manuscritos y pentagramas, reclamando siempre su autoría, motivó que hoy en día conozcamos muchas de sus obras, algo que es bastante inusual en la música del medievo, pues la mayor parte de la misma se ha perdido, no en el caso de Hildegarda, y todo ello sin haber recibido una profunda formación musical. En sus propias palabras, "yo ya componía y cantaba canciones alabando a Dios y a los santos antes de que recibiera ninguna instrucción musical". Además, sus conocimientos en teología, cosmología, filosofía, botánica y medicina enriquecieron sus textos e influyeron notablemente en su inspiración. La mayor parte de sus composiciones respetaban la forma de las antífonas, obras musicales para un sólo cantante con texto libre para ser cantadas antes y después de los salmos. Otra parte de su obra está formada por los responsorios, textos también libres que son cantados por un solista y frecuentemente tienen su réplica inmediata en un coro. Las secuencias y los himnos, menos frecuentes en la obra de Hildegarda, son textos y música devocionales que no llevan un esquema rítmico determinado.


Hildegarda von Bingen - Varias obras

El grueso de su producción musical está representado por las 77 canciones que componen su Symphonia Armonie Celestium Revelationum. Este compendio es, para la propia Hildegarda, un medio para afinar el espíritu, ya que con el paso del tiempo vamos perdiendo el camino, en este sentido la música sería un remedio para las almas. Es un conjunto de obras en el que ensalza sus revelaciones divinas, un medio para integrar la mente, el cuerpo y el corazón. También escribió una obra de teatro para ser cantada, su Ordo Virtutum, una de sus composiciones más representativas y conocidas. El estilo musical de Hildegarda es muy expresivo, muchos autores opinan que este se correspondía con su propio carácter. Su extraordinaria creatividad, la altura de su inspiración y su originalidad la convierten en un auténtico genio musical que desarrolló técnicas avanzadas para su época y con un profundo impacto en la música medieval, teniendo en cuenta, además, que fue una figura especialmente prominente en su momento. Murió nada menos que a los 81 años, en Rupertsberg. Fue proclamada santa por Benedicto XVI en 2012 y su festividad se celebra el 17 de septiembre.

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