Mujeres Compositoras: La Antigüedad Clásica


¿Cuando nació la Música? Realmente es difícil saberlo cuando debemos remontarnos a hechos perdidos en el tiempo. Los investigadores muestran un cierto consenso, aunque en muchos casos, la realidad permanece medio escondida entre los siglos pasados. Está demostrado que los primeros instrumentos musicales datan de hace 43.000 años - flautas fabricadas en hueso o marfil, y una aparente tradición oral de las piezas musicales. Por supuesto, nada sabemos de aquellos lejanos artistas. La primera melodía conocida se descubrió en una tabla de arcilla, en Sumeria, que contiene instrucciones y notaciones musicales dedicadas al rey Lipit-Ishtar, y fue escrita hacia el año 4.000 antes de Cristo. Por otro lado, los historiadores están de acuerdo en que la primera obra musical con título fue el Himno Hurriano Nº 6, escrita por algún habitante del antiguo pueblo hurriano, en el siglo XIV antes de Cristo. Se trata de una tabla con lenguaje cuneiforme, que contiene datos muy detallados sobre las notas musicales e instrucciones para ser interpretada en una lira de nueve cuerdas. Era una pieza dedicada a la diosa Nikkal, y podéis escucharla aquí

He hecho esta primera digresión, antes de entrar en el tema de las mujeres compositoras en la Antigüedad Clásica, para recordar que el conocimiento de los tiempo antiguos es a veces difuso por la lejanía en el tiempo, y que la autoría de las obras no siempre es segura, ni tampoco existe consenso entre los estudiosos en muchos casos. Esto es algo que puede aplicarse a nuestra primera figura.

Enheduanna (o En-hedu-anna, gran sacerdotisa adorno del cielo) era hija del rey acadio Sargon, y vivió en el siglo XXIII antes de Cristo. Está considerada, nada menos, como la primera persona relacionada con una obra literaria, la primera autora de la Historia antes que ningún hombre, esto llama poderosamente la atención, teniendo en cuenta que el anonimato es la característica general de las obras antiguas, mucho más notable que se trate de una mujer, pues las obras suelen atribuirse a autores varones. Sacerdotisa mayor de la diosa lunar Nanna Suen, fue una prolífica autora de himnos y poemas, tallados en tablillas en escritura cuneiforme, que componía durante las noches para ser interpretadas al día siguiente. No hay unanimidad, en cambio, en que pueda ser considerada como compositora. Hay autores que sólo la consideran escritora, mientras otros afirman que también escribía la música para los himnos que escribía, por lo general se acepta esta segunda idea. Su obra más conocida es la Exaltación de Innana, o Nin-Me-sar-Rah, obra compuesta de 153 versos, la primera mitad dedicados a ensalzar a la dioa Innana, la segunda parte, narra detalles sobre la expulsión que sufrió la propia Enheduanna de la ciudad de Ur, durante su azarosa vida política como hija de un rey acadio. Enheduanna está representada en un disco de alabastro, vestida con volantes y un tipo de turbante llamado aga, como símbolo de su rango sacerdotal. Es la segunda figura, por la izquierda en la imagen que veis aquí. Escuchemos los versos 1 a 33 de Nin-Me-sar-Rah, con música atribuida a la autora.


Enheduanna - Nin-Me-sar-Rah (s. XXIII a. C.)


Más adelante, en el periodo de la Grecia Clásica (siglos V y IV a. de C.), raramente encontramos menciones a la mujer en el arte, ya que la vida pública - y por tanto, las manifestaciones culturales - estaba reservada a los hombres. Se han encontrado representaciones artísticas de mujeres tocando instrumentos o danzando, pero son excepciones. En realidad, la relación principal en la Grecia clásica de las mujeres con la música estaba identificada con las hetairas, o prostitutas que tenían formación musical que utilizaban para entretener a sus clientes en los llamados symposia, una forma clásica de llamar a las orgías. Nada, o muy poco, sabemos de ellas. No obstante, hay también ejemplos de mujeres compositoras en un número muy escaso, que no eran prostitutas, sino "mujeres decentes". En estos casos, y para distinguirse de las hetairas, estas mujeres acompañaban su nombre con el patronímico o el nombre del padre, y así marcaban distancias con las prostitutas. La más conocida de todas fue sin duda Safo de Lesbos. Nació entre 630 y 612 antes de Cristo, y su muerte está más o menos determinada en 570. Procedía de Eresos, una pequeña aldea en la isla de Lesbos, aunque después se trasladó a Mitilene, la capital, creció en el seno de una familia adinerada. Tras una agitada temporada como comerciante y política, regresó a Lesbos y fundó una academia donde enseñaba arte, danza, literatura, música, exclusivamente a mujeres jóvenes. Escribió nueve volúmenes de himnos, poemas, canciones nupciales, y fue precursora en la creación de nuevas formas poéticas y también creó nuevos ritmos musicales. Componía la melodía para sus propios poemas, y también ideaba la coreografía. Su obra más famosa es Oda a Afrodita, aunque dedicó toda su obra a las mujeres. Por desgracia, el Papa Gregorio VII ordenó destruir sus obras en 1.073, alegando que eran inmorales y pecaminosas, tan sólo porque pensaba que Safo de Lesbos era lesbiana (mentira: era bisexual). 

También podemos destacar a Telesilla de Argos, que vivió en el siglo V a. de C., considerada como una de las nueve poetisas más importantes de la Grecia clásica (junto con Safo, y otras). Fue una mujer de una gran valentía que luchó por la igualdad entre los hombres y las mujeres y tuvo un papel esencial en la defensa de Argos, su ciudad, de los ejércitos espartanos, durante su asedio, en 494. En su juventud padecía una salud muy delicada. Viajó a Delfos, a consultar al Oráculo, para hallar una solución, y la respuesta fue que debía dedicarse a las Artes (ya que "las Musas curan"). De modo que comenzó a formarse en Literatura y Música. Fue una figura innovadora en la composición de nuevas métricas (la llamada "métrica telesillana") y se sabe que escribió una considerable cantidad de obras y que en su momento su talento fue muy valorado por el resto de artistas de la época, hasta el punto de entrar en el Olimpo de grandes artistas clásicos. Por desgracia, muy poco de su obra se ha conservado.


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