Adiemus: Songs of Sanctuary
Por Irene Sanz Montero
A quien se le mencione el nombre de Karl Jenkins inevitablemente le vendrá a la mente la famosa canción titulada “Adiemus”, recopilada, repetida y versionada hasta la saciedad, y no por ello deja de ser una canción de una singular belleza.
Karl Jenkins nació en el año 1944, en el país de Gales, y ya desde bien joven demostró su gran interés por la música. Su mayor y más completa obra la conforman los cinco volúmenes de “Adiemus”, al frente de los que está “Songs of Sanctuary”.
“Adiemus” es la primera de las canciones incluidas en este CD, en el que cada una de las obras de arte –ya que no pueden describirse de otro modo.- representa toda una demostración de armonía melódica, armonía tanto vocal como instrumental. Este ya casi mítico disco, del año 1995 –hace ya algunos años- es en sí mismo un paradigma de la música New Age. A cargo de los coros están Miriam Stockley y Mary Carewe, y hay que decir que sus voces resultan de lo más evocadoras, en especial en las canciones “Cantus Insolitus” y “Cantus Inaequalis”, en las que el oyente es posible que encuentre un momento de evasión muy especial.
Canciones peculiares de “Songs of Sanctuary” son “Hymn” y “Tintinnabulum”. “Hymn”, la última de todas ellas, es capaz de transportar a todo el que la oiga a un tranquilo mundo particular, fuera del tedio de la rutina, y totalmente ajeno a la odiosa inercia que nos mueve a hacer lo que hacemos día a día. Stockey y Carewe son capaces, con sus sencillas y bonitas voces, de llevar la mente hasta los más privados rinconcitos de nuestro espíritu. “Tintinnabulum”, por otro lado, es la más larga de las canciones de “Songs of Sanctuary”, y pese a sus casi once minutos de duración nadie puede decir que sea aburrida o monótona. Invita, por el contrario, al optimismo, a la confianza, al coraje y a la esperanza, y en once minutos, en los que la London Philharmonic juega un papel decididamente importante, Jenkins ha logrado mostrarnos todas sus grandes habilidades como músico y compositor.
Sirva esta pequeña reseña para invitar, aunque sea someramente, todo lo que Karl Jenkins, a través de este disco, representa para la música de la “Nueva Era”.
Adiemus - Adiemus
A quien se le mencione el nombre de Karl Jenkins inevitablemente le vendrá a la mente la famosa canción titulada “Adiemus”, recopilada, repetida y versionada hasta la saciedad, y no por ello deja de ser una canción de una singular belleza.
Karl Jenkins nació en el año 1944, en el país de Gales, y ya desde bien joven demostró su gran interés por la música. Su mayor y más completa obra la conforman los cinco volúmenes de “Adiemus”, al frente de los que está “Songs of Sanctuary”.
“Adiemus” es la primera de las canciones incluidas en este CD, en el que cada una de las obras de arte –ya que no pueden describirse de otro modo.- representa toda una demostración de armonía melódica, armonía tanto vocal como instrumental. Este ya casi mítico disco, del año 1995 –hace ya algunos años- es en sí mismo un paradigma de la música New Age. A cargo de los coros están Miriam Stockley y Mary Carewe, y hay que decir que sus voces resultan de lo más evocadoras, en especial en las canciones “Cantus Insolitus” y “Cantus Inaequalis”, en las que el oyente es posible que encuentre un momento de evasión muy especial.
Canciones peculiares de “Songs of Sanctuary” son “Hymn” y “Tintinnabulum”. “Hymn”, la última de todas ellas, es capaz de transportar a todo el que la oiga a un tranquilo mundo particular, fuera del tedio de la rutina, y totalmente ajeno a la odiosa inercia que nos mueve a hacer lo que hacemos día a día. Stockey y Carewe son capaces, con sus sencillas y bonitas voces, de llevar la mente hasta los más privados rinconcitos de nuestro espíritu. “Tintinnabulum”, por otro lado, es la más larga de las canciones de “Songs of Sanctuary”, y pese a sus casi once minutos de duración nadie puede decir que sea aburrida o monótona. Invita, por el contrario, al optimismo, a la confianza, al coraje y a la esperanza, y en once minutos, en los que la London Philharmonic juega un papel decididamente importante, Jenkins ha logrado mostrarnos todas sus grandes habilidades como músico y compositor.
Sirva esta pequeña reseña para invitar, aunque sea someramente, todo lo que Karl Jenkins, a través de este disco, representa para la música de la “Nueva Era”.
Adiemus - Hymn
(c) 2010 Irene Sanz Montero
Qué agradable volver de vacaciones y descubrir nuevos caminos musicales.
ResponderEliminarMuy acertado; cada día se hace de más obligado cumplimiento buscar unos momentos de evasión a la envolvente rutina y al agobio de los tiempos de despersonalización que corren.
Como siempre, un gran aporte.
Un abrazo desde las trincheras!
Germán
adiemus es preciosa .. muy ancestral y celta tambien! de verdad .. una de la mejores canciones de la historia de " LA MUSICA", ya que yo pertenezco a antepasados celtas me, siento muy identificada con esta cancion! :)
ResponderEliminarMuchas gracias a los dos, Germán, Anónimo/a... Irene siempre acierta con la elección de los discos... tiene un gusto exquisito!!
ResponderEliminarEspero que sigais disfrutando de las próximas reseñas que está preparando!