De Música Clásica y la Sinfonía del Nuevo Mundo

El otro día estaba en el salón de casa, viendo la televisión a horas absolutamente intempestivas. Zapeando entre anuncios de abdominales perfectos y concursos telefónicos bizarros, encontré por casualidad una retransmisión en diferido de un concierto de Mahler. Este compositor me parece un pelmazo, pero todo esto me hizo pensar. Pensar en la decadencia de la música clásica. Para expresarlo mejor, pensé en el poco peso que esta música tiene actualmente en la sociedad española. Hablo de mi país, desconozco cuál es el panorama clásico en otros países... pero, salvo excepciones - no sé, supongo que excluir a Austria es un simple tópico, o tal vez no - lo cierto es que la música clásica está desapareciendo de nuestra cultura. Pensareis que exagero, ya que hay muchos amantes de la estúpidamente llamada "música culta", y no os puedo quitar la razón en este sentido; más bien me refiero a que está desapareciendo de nuestra "cultura general", si es que alguna vez ha estado en ella, que creo que sí. A mis treinta y trece años recuerdo perfectamente que, no hace mucho tiempo, no era necesario ser un ave nocturna para poder disfrutar de un programa de música clásica por la televisión, por ejemplo. ¿Y en la radio? Bien, en nuestro país está Radio Clásica, de RNE. No me importa hacer publicidad, faltaría más. En todo caso, se trata de una emisora mantenida con fondos públicos. Algo impensable en la iniciativa privada. El día en que los recortes acaben con este canal de radio, chao Mozart, adiós, adiós.

Muchos aducen que la música clásica es un género elitista. En cierto modo es verdad, pues los conciertos no son precisamente económicos. Y un abono en el Real de Madrid (pongamos por caso) no está al alcance de todos, y menos ahora. No hace mucho, en mi ciudad de adopción podías disfrutar de un buen concierto de Mozart por diez euros o menos, o ver la representación completa de Carmen por quince. Y había golpes por las entradas, siempre se llenaba el teatro. Ergo el público quiere disfrutar de un concierto. Hoy en día esta iniciativa ha desaparecido de mi ciudad, ignoro si ocurre lo mismo en el resto de España o del mundo, y si hay alguien al otro lado leyendo esto agradecería que me sacara de dudas... Por suerte, en cuanto a la venta de discos, no hay excusa. El sello Naxos ofrece música clásica a precios muy asequibles, y tienen un catálogo que ya lo quisieran muchos sellos de más renombre. Obviamente, si queréis la última versión de la sinfónica más de moda con el intérprete solista más oriental y más joven, preparaos a vaciar el bolsillo. Yo no compro esos discos, imagino que serán de platino, y no me refiero a sus ventas. Cada uno es cada cual, pero yo soy más de Naxos.

Toda esta digresión me lleva a comentar una de las obras más apreciadas por todo buen aficionado al género, y también por neófitos o personas poco afines a la música clásica: la Sinfonía nº 9, op. 95, "del Nuevo Mundo", del checo Antonin Dvorak. Repasando las entradas de este blog me he dado cuenta de que la última vez que publiqué algo en esta sección fue en julio del año pasado, y me he sentido como un programador de canal televisivo, así que pensé en retomar la sección. ¿Qué obra es buena para hablar de nuevo de música clásica? Vale cualquiera, en principio, pero me decanté por uno de los grandes clásicos. Personalmente, fue mi primer vinilo sinfónico, una edición ultra-económica que todavía conservo, desde hace ya muchos años.

El concepto de esta sinfonía proviene del sentido práctico que tienen los norteamericanos para según qué cuestiones. Tal cual. En Europa, el sentimiento nacionalista llevaba arraigado en sus pueblos bastantes siglos, de ahí que la cultura se había enriquecido con años y años de creación artística dentro de cada frontera... Las naciones tenían sus características propias, pero el intercambio cultural funcionaba desde tiempos inmemoriales y por ello Europa tenía una profunda y fuerte tradición en este plano. En cambio, Estados Unidos era, a finales del siglo XIX, una nación relativamente joven, que carecía de esa idiosincrasia, desde el punto de vista cultural, excepto desde el punto del vista de la literatura, arte en el que los norteamericanos poseían ya una rica y brillante producción. Pero no ocurría lo mismo con la música. En este país, y en aquella época, había círculos intelectuales muy interesados en colocar la música nacional al mismo nivel que la europea. A uno de estos círculos pertenecía Jeanette Thurber, esposa de un magnate neoyorquino. Esta mujer había fundado en 1.888 el Conservatorio Nacional de Música para promover y desarrollar la música norteamericana, pero en sus comienzos carecía de una figura que liderara esta idea, y Thurber era consciente de ello. Necesitaba un compositor de primera fila como enseña de su recién creado conservatorio. Y se fijó en Dvorak, que por aquél entonces era un conocido y campechano compositor, amante de los trenes y de las charlas ocasionales con sus paisanos, amigo de sus amigos y enamorado de la campiña checoslovaca, y hasta entonces ajeno al giro que daría su vida.

No era cuestión de dinero: Jeanette Thurber ofreció a Dvorak veinte veces su modesto salario para que emigrara a Nueva York, para que se pusiera al frente de su conservatorio. El compositor aceptó y marchó hacia el nuevo mundo. Dvorak asumió, junto con su cargo, la obligación de escribir música nacionalista norteamericana, pues implícitamente lo había aceptado al partir a su nuevo destino. Era una persona inteligente y sabía lo que se esperaba de él. Así que se dedicó a estudiar lo que de música había por aquel entonces en el país, y muy perspicazmente se dio cuenta de que el futuro de la música clásica estadounidense tenía que partir, de forma necesaria, de la tradición musical negra (esto se demostraría años después). Tuvo la lucidez mental de extraer algo tan propio de aquel país, como es la tradición musical afroamericana, para incluirlo en su propia obra. En la Sinfonía del Nuevo Mundo aúna su profunda formación e influencia europea con las armonías y reglas de la música afroamericana, creando una obra que tenía un fuerte lastre de su Bohemia natal, pero al tiempo era innovadora y ecléctica. Estrenada en diciembre de 1.893 tuvo un gran éxito, con un Dvorak pletórico que se veía forzado a saludar y hacer reverencias a un público enfervorizado cuando concluía cada uno de sus cuatro inolvidables movimientos. Dos años después Dvorak regresaba a Europa, que no había cesado de llamarle en sus adentros, pero ya había dejado el compositor una impronta que sería continuada por excelentes compositores nativos, que crearon ya durante los inicios del siglo XX y algo entrado este siglo una formidable escuela sobre la que hablaremos algún día.

La Sinfonía del Nuevo Mundo ha pasado a la posteridad como una de las obras más populares y apreciadas. Sigue interpretándose en muchos lugares del mundo, e incluso sonó en el módulo lunar Apolo, el día en que la humanidad puso sus pies por primera vez en un nuevo mundo. Seguramente a Dvorak le hubiera gustado saberlo. Veamos una excelente interpretación a cargo de la Filarmónica de Viena, dirigida por Von Karajan.


Comentarios

  1. Lo primero darte la enhorabuena por este post al que yo definiría como "artículo de revista especializada", siempre desde mi humilde opinión, puesto que aunque soy admiradora de los clásicos reconozco que mis conocimientos en la materia aún dejan mucho que desear.

    Sin embargo hay una cuestión en la que no termino de estar de acuerdo, y es en que la música clásica esté en decadencia. Sí que lo está en cuanto a difusión por canales de TV o Radio, cierto. Para disfrutar de un buen concierto, o te esperas a Navidad y Semana Santa, o entras en la 2 de tve a las 4 am (acabo de consultar la programación). Pero el cine y las series de TV, así como los spots publicitarios cada vez recurren más a piezas clásicas, ya sean antiguas o contemporáneas. Para ejemplo más reciente de clásicos contemporáneos Enaudi y la gran aceptación que tuvo su BSO en la película Intocables (2011). O la misma pieza que has publicado, la Sinfonía del Nuevo Mundo, que aparecía si mal no recuerdo en un anuncio de... mapfre puede ser? Y un largo etc que no voy a enumerar porque el tema podría dar materia para un nuevo post.

    En cuanto a que los conciertos de música clásica son muy caros, bueno, yo tampoco lo veo así, al menos en mi ciudad. Al último que acudí "no gratis" el pasado 1 de Marzo de la Orquesta Filarmónica de Málaga me cobraron 12€ y el programa incluía a Rossini, Haendel, Mozart, Beethoven, Strauss, Gounod y Bellini, y con Soprano y todo!! que hasta nos regaló una pieza de Zarzuela al final. Pero es que todos los Jueves, aquí en Málaga, es raro que no haya algo de calidad en el auditorio Maria Cristina y, o es gratis, o el precio es ridículo. Y podría seguir enumerándote a los colegios de Aparejadores, Arquitectos o Médicos y los conciertos (éstos ya por invitación) que brindan al llegar el verano. O los del Eduardo Ocón en el parque, o los del teatro Cervantes, la Térmica, etc. Sin embargo encuentro muy lógico que por disfrutar en directo de ciertas Orquestas, Directores y Solistas haya que pagar altos precios, de la misma forma que se paga caro cualquier trabajo sublime.

    Y es que lo que es bueno y de calidad jamás morirá, y trasládese ésto a cualquier género musical. No hay más que ver a la cantidad de viejos rockeros que están volviendo y siguen llenando los auditorios allá por donde van, y no creo que aquí haga falta citar ejemplos, jeje...

    Pues lo dicho, gran post, gran blog y grande Mr. Crow. Conocer la historia de piezas maestras siempre le aporta valor añadido al disfrute y deleite de éstas.

    Un abrazo.

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    1. Muy interesante tu comentario, Nieves... lo primero, muchas gracias por tus palabras.
      Para ser más precisos, cuando digo que la música clásica está "en decadencia" quiero decir que está desapareciendo poco a poco de la sociedad, aunque es cierto que, como apuntas, los spots (y algunas bandas sonoras) recurren a la música clásica, eso demuestra que la música clásica sigue viva, porque siempre seguirá viva, está claro, pero sólo porque un estudio publicitario ha elegido tal pieza clásica, y no una de jazz, pongamos por caso. Me refiero, al escribir este artículo, a la oferta de música clásica en nuestra sociedad. A los pocos o casi inexistentes canales de difusión. Con buenos canales se conseguiría un mejor conocimiento de esta música a todos los niveles... La Sinfonía del Nuevo Mundo se ha utilizado en varios anuncios, uno de ellos el que citas, otro es el de una marca de salchichas. "Cambiate a xxxxxxxx, por favor mamá", que cada vez que salía en la tele me rechinaban los dientes. Bueno, que me disperso. Es una suerte que en Málaga haya una oferta enconómica, eso es una cosa que hay que aprovechar, pero no es frecuente.
      En cuanto a los precios de las orquestas y solistas "de renombre", me temo que no estoy de acuerdo. No puedes cobrar 28 euros por un CD. No puedes, sea del estilo que sea... en estos casos, defiendo la piratería. Si el violinista no puede cambiar de coche todos los años, se siente. Lo siento, pero lo veo así!
      Totalmente de acuerdo en que los clásicos vuelven, vease como dices la tendencia a que vuelvan los viejos rockeros... lo clásico nunca muere. Muchas gracias y un abrazo.

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  2. El artículo es sublime, se nota donde hay conocimiento. Gracias por la gran labor y felicidades!!!!

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    1. Muchisimas gracias, Victor, es un placer escribir sobre lo que te apasiona, tú lo sabes...

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