Himnos Olímpicos

Ahora que estamos en plena época olímpica, nunca viene mal recordar la música que a lo largo de tantas décadas se ha dedicado a este acontecimiento, el más importante evento deportivo de la raza humana... El deporte siempre ha estado emparentado con la música de muchas maneras, y una celebración como las Olimpiadas no puede ser ajena a esto. De hecho, el fundador de los modernos JJOO, Pierre de Frèdy, Barón de Coubertin, organizó también unas Olimpiadas paralelas, que premiaban con el oro, la plata y el bronce, a los músicos, escultores, pintores, literatos y arquitectos que destacaran en su disciplina, y en el caso de la música, la obras premiadas sirvieron de marco sonoro a las competiciones, desde el año 1.912 hasta 1.948. Claro que, por "música olímpica" entenderemos la música especialmente creada para conmemorar la edición de que se trate, no canciones más o menos pop o más o menos rock que se presentan en las Olimpiadas - en los últimos años - con simple ánimo mercantilista. Una vez dicho esto, repasemos los más importantes himnos...

El primero de que se tiene noticia - me refiero a la época moderna - es justamente el himno que el compositor griego Spiros Samaras, muy popular en aquella época, escribió para los primeros JJOO de la época moderna, celebrados en Atenas en 1.896. Este compositor compuso esta obra a partir de un poema que un compatriota suyo, el poeta Kostis Palamas, había escrito previamente. Este himno fue declarado el "himno oficial" de las Olimpiadas hasta el año 1.912, año en que se decidió adoptar un himno distinto para cada edición, a raíz de las "Olimpiadas de las musas", citadas en el párrafo anterior. En 1.960 se volvió a utilizar el himno de Spiros Samaras para las ceremonias de apertura y cierre de los Juegos, y así, más de cien años después, la música de este compositor se asocia inevitablemente al deporte olímpico.


Himno Olímpico, Spiros Samaras, 1.896


El ganador de las primeras Olimpiadas de la música fue el compositor italiano Ricardo Barthelemy, que consiguió la medalla de oro con su Himno Olímpico Triunfal que en un principio no fue interpretado en la inauguración de los JJOO de Estocolmo, en 1.912. Muy enfadado por esta omisión, el Barón de Coubertin presionó a los organizadores suecos para que subsanasen el error e interpretasen el himno de su primer "medallista" musical. Por algo había fundado las Olimpiadas modernas, ¿no?

Ceremonia de apertura, Estocolmo, 1.912
Después del desgraciado parón olímpico provocado por la Primera Guerra Mundial, de Coubertin prosiguió reclutando compositores. Obsesionado con alcanzar altas cotas artísticas en los trabajos, contrató a famosos compositores para que juzgasen las obras de los candidatos a las medallas de oro. Paul Dukas, Maurice Ravel, o Igor Stravinski estaban en la nómina de ilustres jueces... Un poco más adelante, en 1.932, y con motivo de las Olimpiadas celebradas en Los Angeles, la obra Hacia una Nueva Vida, del compositor checo Josef Suk fue la elegida como himno oficial de aquel evento. Se da la circunstancia de que otros himnos han sido olvidados con el paso del tiempo, pero el de Josef Suk de alguna manera ha perdurado, y todavía hoy se interpreta en los teatros del mundo.


Josef Suk - Hacia una nueva vida, 1.932.


Llegamos a 1.936. Los Juegos se celebran en Berlín, con Hitler ejerciendo el mando supremo de la nación, algo antes de sumergir al mundo en el infierno de la Segunda Guerra Mundial. Fueron unas Olimpiadas llenas de propaganda nazi que intentaba ensalzar y difundir la falacia de la supremacía aria, y la megalomanía de su líder se dejó sentir profundamente en el transcurso de aquellos Juegos, los últimos antes de la guerra. Fue un compositor alemán, precisamente, quien puso música al evento, nada menos que Richard Strauss. Compuso su Himno Olímpico, para orquesta y coro mixto, aunque en realidad utilizó un fragmento de una sinfonía que años atrás había dejado inacabada, por no quedar satisfecho con el resultado. El texto del himno fue elegido por concurso. El poeta alemán Wilhelm von Scholz, a la sazón Presidente de la Academia Alemana de Poetas, estuvo a punto de imponer su propio poema, dedicado a las gestas bélicas del héroe Sigfrido, aunque fue considerado "excesivamente nacionalista" incluso por los propios alemanes. Al fin, el propio Strauss eligió el texto del poeta Robert Lubahn, un actor en paro que recibió mil marcos por su trabajo. 

Después de la guerra, las Olimpiadas musicales se abandonaron, debido a varios motivos. En primer lugar, parece que los jueces apreciaron una disminución del valor artístico de las composiciones musicales que se presentaban a concurso. Rehusaban conceder medallas, decían, por que las obras no alcanzaban los estándares exigidos. Esto, unido a un incremento en los gastos que el concurso generaba, más la regla de que no podían presentarse compositores profesionales, dio al traste definitivamente con las "olimpiadas musicales", aunque los himnos olímpicos no se detendrían aquí, ya que como comentamos antes, han sido algo inherente a los Juegos. 1.948 fue el último año en que un medallista musical colocó una obra para las Olimpiadas; en concreto, el inglés Roger Quilter, con su Non Nobis Domine, basado en un texto de Rudyard Kipling, para los JJOO de Londres. Fue interpretada nada menos que por 1.200 coristas en la ceremonia de apertura.

Pese a todo, los organizadores siguieron encargando obras para las ceremonias de apertura y cierre de las Olimpiadas. Cada país organizador tenía las opciones de encargar el himno a su más ilustre compositor, o bien escoger uno ya previamente escrito, también por un famoso músico. Por ejemplo, en 1.952, los Juegos de Helsinki rescataron para el deporte la Canción de los Atenienses, que el célebre compositor Jean Sibelius había compuesto en 1.899. De manera irónica, su letra siempre había sido interpretada como un desafío a los rusos, enemigos de los finlandeses, precisamente el año en que los soviéticos hacían su debut en unos JJOO, en una época en la que la contienda entre estos dos países en la guerra mundial no se había cerrado del todo, y las heridas aún dolían. ¡Pero en eso consiste el espíritu olímpico!

También muy recordado es el himno escrito por el compositor franco-americano Leo Arnaud, que compuso la partitura por la que ha sido más reconocido: El Sueño del Corneta, obra original de 1.958 que fue elegida por los organizadores de las Olimpiadas de Invierno de 1.968, celebradas en Grenoble, Francia. Considerado uno de los himnos olímpicos más famosos, sobre todo en Estados Unidos, ya que esta pieza fue adaptada en parte por el compositor de bandas sonoras John Williams para el himno que compuso para las Olimpiadas de Atlanta, en 1.996.


Leo Arnaud - El Sueño del Corneta, 1.968


Mucha menos fortuna tuvo himno escogido para los JJOO de Montreal, en 1.976. Curiosamente, fue un chaval de quince años, René Simard, el encargado de cantar el himno en la ceremonia de apertura. Este muchacho cantaba en un coro cuando fue descubierto por el manager Guy Cloutier en su Quebec natal, consiguió un montón de premios y le llevaron de gira por muchas ciudades del mundo. El himno, titulado Bienvenidos a Montreal es una canción pop más que un himno propiamente dicho (aquí haremos una excepción a la regla de "canciones pop, no" debido a que el propio tema fue ya una excepción en los Juegos Olímpicos pasados), y fue rechazado unanimemente por el público y la crítica, con lo que se considerada el fracaso (musical) más sonado en la historia de los JJOO. Sin embargo, René Simard continuó una carrera relativamente exitosa en Canadá hasta bien entrados los ochenta.

Los organizadores de las siguientes Olimpiadas no se la jugaron con experimentos pop. Moscú, en el año 1.980. Los serios y circunspectos rusos escogieron a uno de sus más representativos compositores del siglo XX: Dimitri Shostakovich, auténtico orgullo nacional para los rusos. El compositor había fallecido cinco años antes, de modo que seleccionaron su Obertura Festiva, Op. 96 para el evento. Esta pieza había sido escrita por el compositor en 1.954. Aquel año, el Teatro Bolshoy de Moscú celebraba un concierto sinfónico, pero el director no encontraba una pieza adecuada para iniciar el mismo, así que pidió a Shostakovich que compusiera algo, en el plazo de una semana. El compositor aceptó el reto y en dos días entregó la obra completa. Por desgracia, aquellos JJOO quedaron deslucidos por el boicot del gobierno de Jimmy Carter en protesta por la invasión soviética de Afganistán.

Cuatro años más tarde, los soviéticos devolvieron la pelota a los americanos cuando éstos celebraron en 1.984 los Juegos de Los Angeles, aludiendo a una supuesta manía "antisoviética" propagada por el gobierno yanqui, demostrando, una vez más, que tanto unos como otros eran un hatajo de imbéciles incapaces de tomar ejemplo de los atletas que representaban a sus respectivas naciones. La cuestión es que John Williams fue el encargado del himno olímpico. Su Fanfarria Olímpica y Tema pasa por ser de los más populares himnos olímpicos. Esta pieza fue galardonada con un Grammy al año siguiente, que no es decir mucho, pero al menos es sorprendente que un himno de las Olimpiadas fuera premiado en tal evento. Williams también repetiría la experiencia en los JJOO de Seúl, en 1.988. En aquella ocasión, El Espíritu Olímpico, obra que utiliza abundantes secciones de metales y percusión, al más puro estilo triunfalista de Williams (esto no es un defecto, sino todo lo contrario) sonó en la apertura de estos Juegos orientales. Y en 1.996 también fue interpretada la música de este excelente compositor. Concretamente, en los JJOO de Atlanta. Reúne a los Héroes era una adaptación de la obra que escribió para las Olimpiadas de 1.984, pero  para su comienzo sustituyó su partitura original por El Sueño del Corneta, obra de Leo Arnaud, señalada más arriba. ¿Concluye aquí la aportación de John Williams en los Juegos? ¡No! Además compuso otro himno, La Llamada de los Campeones, para los Juegos de invierno de Salt Lake City, en 2.002. Ahora que me doy cuenta, hay que ver qué cantidad de Olimpiadas se han celebrado en EEUU. ¿Tendrá algo que ver el dinero?


John Williams, Olympic Fanfare and theme, 1.984


Pero no nos adelantemos, ya que los Juegos Olímpicos de Barcelona, de 1.992, tuvieron también su himno olímpico. Otra vez voy a faltar a mi compromiso de no hablar de temas pop, ya que Barcelona, interpretado por Freddie Mercury y Montserrat Caballé es básicamente un tema pop, pero vestido con arreglos orquestales. Ya sé que tengo poca palabra, pero estando Caballé y Mercury por medio, puedo saltarme mis principios perfectamente, parafraseando a Groucho Marx. La canción fue compuesta por el propio Mercury y el productor Mike Moran, un poco después de que Barcelona fuera elegida próxima sede olímpica y marcó el inicio de una gran amistad entre los dos cantantes. Mercury había asistido a una ópera y quedó prendado de la voz de Montserrat Caballé, aunque según contaba la había seguido durante años. La soprano, además, le regaló  una adaptación de Exercises in Free Love, un oscuro pero luminoso tema de Mercury que luego sería incluído en el álbum que ambos cantantes grabaron, Barcelona, de 1.988, considerado por algunos críticos como "el álbum más extravagante del año". Yo no diría tanto, pero un poco raro sí es. Merece la pena, desde luego. Barcelona, el tema insignia del álbum, tuvo un enorme éxito, y los organizadores del Comité Olímpico Español lo eligieron como himno de aquellos juegos. Lástima que Freddie Mercury no viviera cuando se celebraron estos Juegos. Hubiera sido una gran ocasión verle cantar con Caballé en la inauguración. Creo que este último tema es un magnífico broche para concluir este artículo. Espero que os haya gustado.



Montserrat Caballé y Freddie Mercury, Barcelona, 1.992



Comentarios

  1. Mega interesante Pablo! Hoy por hoy está claro que todo vuelca a lo comercial, los himnos de todos los acontecimientos deportivos buscan rentabilizar la inversión y de ahí horrores como los de Waka-Waka y compañía. Por eso, al escuchar el himno de Muse, me he reconciliado con la música "deportiva", dado que es un grupo excepcional y una canción fantástica.

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    1. Muchas gracias, Alvaro!! Creo que la costumbre de utilizar himnos "sinfónicos" ha desaparecido en favor de los "waka-waka" y eso, debe ser que se han dado cuenta de que las Olimpiadas y Mundiales son un filón para este tipo de marketing... por otro lado, el tema de Muse es extraordinario, definitivamente, Muse es lo mejor que hay actualmente en el panorama, digamos, "más comercial", o más conocido, por lo menos... además, tienen un estilo que hace que sus canciones, por sí mismas, sean ya "himnos" (como United States of Eurasia, o Butterflies and hurricanes, y tantas otras)

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  2. El próximo 7 de septiembre el destino de Madrid puede cambiar. Se decidirá si será ciudad olímpica en 2020. Participa del espíritu olímpico escuchando el HIMNO A MADRID 2020:
    http://www.youtube.com/watch?v=ZSjM5bULUWQ
    ¡JUNTOS PODEMOS!

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  3. ASTRO LIMA .-- HEY EL HIMNO DE MUNICH 72 ??

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